Gastón Cocchiarale, el actor que eligen desde Guillermo Francella a Bizarrap: “Si los número uno piden por mí, tengo que estar a la altura”
En un ambiente donde la inestabilidad laboral es moneda corriente, Gastón Cocchiarale resalta como uno de los actores más jóvenes y talentosos a nivel nacional. Con su carisma y dedicación supo ganarse el apoyo de Guillermo Francella, Luis Brandoni y hasta la mirada de Robert De Niro. Como si fuera poco, también llamó la atención de Bizarrap, quien lo eligió para interpretar los cortos de lanzamiento de sus últimas sessions.
Pasando por publicidades de grandes marcas, hasta destacar con diferentes roles en Atav, El Clan, Nada, y El Encargado, en cuestión de años, Cocchiarale alcanzó el éxito. El camino estuvo cargado de altibajos, decepciones y frustración, sin embargo, la mentalidad del actor lo ayudó a superarse. Para él, la actuación nunca fue una segunda opción y esto generó un conflicto con su padre, quien le insistía para que buscara un trabajo alternativo.
En medio de una movida agenda, que incluye la producción de obras y su trabajo como docente en su escuela de actuación, Gastón elige empezar el día con una charla con Teleshow. Lejos del bullicio del interior de la cafetería, el actor no le teme al frío y pide hablar en una mesa afuera. Con un café y un tostado como desayuno el actor repasa los últimos años de su carrera. Así, un mano a mano con él, en una fría mañana de otoño, se va convirtiendo más como en una cálida charla que en un tenso cuestionario. Le gusta ir a fondo en cada tema, detallar, repreguntar, repasar sus éxitos, pero sobre todo los ‘fracasos’, los momentos que lo impulsaron a ir por todo.
– ¿Cómo vivís el éxito de El Encargado?
– Yo no lo puedo creer. Es un proyecto que surgió a fin de la pandemia, en el 2021. Me llamó Gastón Duprat y me dijo que quería contar conmigo para un personaje, yo le contesté: ‘¿cuándo es el casting?’. Y me dijo: ‘no, te estoy llamando para ofrecértelo, no hay casting, porque Guillermo (Francella) pidió por vos y yo respeto mucho su criterio’. Fue una cosa que me cayó del cielo, que no lo podía creer. Por un lado fue una extrema felicidad y por el otro digo, ‘el número uno está pidiendo por mí, yo tengo que estar a la altura’. Ahora tengo que demostrar por qué Guillermo Francella pidió por mí.
– ¿Qué representa El Encargado en tu carrera?
– Para mí fue una escuela porque yo venía de hacer El Clan con Francella, fue hacer drama con el mejor comediante de la Argentina y ahora tengo que hacer comedia con el mejor comediante del país. Me nutro un montón de lo que él hace, me enseña, le pregunto cosas, me asesora, me aconseja. Para mí es una fiesta estar en El Encargado y creo que la serie es una bomba. La tercera temporada va a dar mucho que hablar. Creo que es la mejor de las tres hasta ahora. Estoy trabajando con mi ídolo, para mí es hermoso y es un poco el vínculo que tienen Miguel y Eliseo.
– ¿Cómo es tu relación con Guillermo Francella?
– Él siempre fue muy padrino mío, de aconsejarme, de darme su opinión, fue un gran consejero en mi recorrido, en ayudarme en los baches y cuando no tenía laburo. Permanentemente me ayudó a lidiar con eso. Es un tipo que la remó muchísimo y toda esa experiencia a mí me la hizo valer. Desarrollamos un lindo vínculo después de El Clan y culminó ahora con esto de El Encargado.
– ¿Qué te enseñó él?
– Fue muy amoroso y muy cálido conmigo, el fue otro gran maestro, si bien no le pagué para que me dé clases, me enseñó sobre todo la rigurosidad en el trabajo, el profesionalismo. Guillermo es un ‘milico’ trabajando y yo aprendí mucho de eso.
– ¿Qué pensás que vio en vos?
– Intuyo que tiene que ver un poco con que yo siempre fui muy profesional. Siempre fui una persona muy dedicada a mi trabajo. Mi trabajo es el gran amor de mi vida. Lo sabe mi familia, lo sabe mi novia, lo saben todo. Nadie le puede ganar a mi trabajo. Para mí actuar es lo más grande que hay. Me he ido de mi propio cumpleaños para ir a hacer una función, y la gente se quedó festejando mi cumpleaños sin mí. Amo lo que hago.
– Tu actuación en El Encargado llamó la atención de Bizarrap ¿Cómo surgieron los videos con él?
– Fue una experiencia hermosa, fue medio de la nada, de suerte. Yo estaba en mi casa durmiendo la siesta y me despierto, tenía un par de audios de Bizarrap en mi teléfono. Yo ni lo seguía, lo conocía de oído. Sabía que era el tema de Shakira, pero no sabía bien qué hacía, si cantaba, si producía. Escuché los audios que me mandó y decía que quería filmar un corto en Argentina y quería hacerlo para presentar su nueva sesión. Había visto laburos míos, había visto El Encargado y quería que yo participara. Estuvimos charlando como una hora y media, pegamos muy buena onda. Hablamos de música, de arte, de zona oeste, yo soy de Ramos, él es de Haedo. Hablamos mucho del barrio, de lo que nos unía a nivel infancia.
– ¿Cómo fue hacer el segundo? La pelea con él…
– Nos cagamos de risa, nos divertimos con los muchachos que armaban la pelea. A diferencia del otro, que era más actoral, este tuvo muchos temas técnicos. Lo filmamos en 24 horas. Un día filmamos 20 horas sin parar porque él volvió de Panamá un lunes de hacer un recital. Filmamos todo el martes y el miércoles se fue a hacer otro recital.
– ¿Cómo es ahora la relación con Bizarrap?
– Él es muy generoso conmigo, amigable y amable. Cuando filmamos el primer corto a la semana vino a verme al teatro con toda su familia. No me avisó que venía. No me pidió entradas. Compró diez entradas y vino con toda su familia de Haedo a verme al teatro, sin avisarme. Y ese gesto te pinta un poco quién es él, la humildad que tiene, la cabeza que tiene. Es un gran pibe y aparte que lo respeto y lo admiro porque es muy joven. Tiene seis o siete años menos que yo y ha construido una carrera extraordinaria a nivel mundial. Pone el arte argentino a un nivel que todos quisiéramos y que él lo ha logrado a base de trabajo, de proyectar, de imaginar.
– ¿Te considerás exitoso?
– Sí, en el sentido de que hago lo que amo. A los proyectos les puede ir mejor o peor. En una sociedad que te exige un montón de mandatos yo estoy haciendo lo que quise. Para mí el éxito tiene que ver con respetar tu deseo, lo que querés, lo que amás, lo que soñás. Después está el otro éxito más industrial de cuántas entradas vendió tu obra, tu película, que le presto muchísima atención y me interesa, pero no me termino de hacer cargo en el buen sentido. Le fue bien, buenísimo. Si le fue mal, ya está. Me enojaré tres días y después se me pasa.
– No siempre fue así, ¿cómo viviste los vaivenes en la carrera?
– En general, el arte es algo muy tóxico en relación a lo laboral. Por momentos estás en las nubes, cobrando plata por hacer lo que amas, filmando, con actores de renombre, siendo reconocido en la calle, y de pronto entrás en un bache de un año en lo que eso merma. Hay que tener cierta espalda para sostener eso desde lo psicológico. Trato de no creerme tanto, ni el éxito ni el fracaso. Los actores permanentemente hacemos entrevistas laborales. Metés 100 castings en un año y capaz quedaste en uno.
– ¿Cómo manejas la frustración cuando no te llaman?
– Hubo dos etapas. La primera en la que yo no hacía nada más que actuar, entonces cuando no me convocaban o no quedaba en un casting era terrible. A veces entraba en un bache de varios meses sin laburo y era terrible desde lo económico y lo espiritual. En el económico, porque en un momento decís cómo pago el alquiler. Y espiritualmente, porque estaba al pedo en mi casa. Me empezaba a comer la cabeza el: ‘capaz este no es el camino, capaz no estoy preparado para esto’.
– ¿Y después?
– En la segunda etapa empecé a tener mis propios proyectos, que fueron los que me refugiaron en las situaciones cuando no era convocado. Y en esos baches tenía por lo menos una obra que ensayar. Daba clases. A mí la autogestión me salvó mucho la vida y me permitió relacionarme con mi actor y con mi recorrido de una manera más sana. No lo digo como bueno, de última me queda. Cuando filmo, por contrato, pido que me liberen a tal hora para poder ir a dar clases.
– ¿Había un prejuicio cuando empezaste a dar clases?
– Al alumno te lo tenés que ganar. Si sos un actor conocido hay un terreno ganado desde el respeto y en mi caso me lo tuve que ir ganando con las clases, las devoluciones. Y en paralelo, mi carrera como actor fue creciendo. Eso también va generando que el alumno se acerque.
– ¿Tuviste otros laburos?
– Sí, miles, pero siempre fueron part time. Siempre me organicé para que fueran cuatro o cinco horas por día. Pero laburé de todo, de mozo, en una librería, en una boletería de un teatro, animé fiestas. Pero siempre traté de que sea algo que no me cubriera todo el día, para ir a un casting, a ensayar, a la clase a la noche.
– Llegó el momento de disfrutar…
– Estoy en un momento muy lindo pero construido a base de mucho esfuerzo. Por lo general la gente suele ver la cosecha, pero nadie ve la siembra y la siembra. Costó mucho. Yo me tuve que anteponer a mis viejos de que, sobre todo a mi papá, que no quería que fuera actor. Me tuve que anteponer a mil castings que no quedé. Me tuve que poner un país con una economía imposible. Es un desafío ser actor en Argentina.
– Después de tantos éxitos, ¿con qué soñás?
– Siempre tengo sueños. Hay algo de todo el mundo que me dice: ‘ya cumpliste un montón de cosas’. Sí, pero yo soy una persona muy deseante. Uno de los sueños que tengo muy claro es tener mi propia sala de teatro, hacer crecer más la escuela, y más.